Desde que Mantay abrió sus puertas, en una casa alquilada, nuestro sueño era tener una casa propia, acogedora y con espacio donde las madres y sus hijos se sientan protegidas y cómodas. Con su amor, energía, inagotable creatividad y amigos de gran corazón, Dot Rubín consiguió comprar un precioso terreno en tan solo un año y medio.